En el teatro de Beckett suelen pasar muchas cosas a los personajes o por los personajes, y apenas se habla en el escenario; diría que nos deja las palabras a nosotros, mientras asistimos unas veces estupefactos y otras compadecidos (bueno, eso es lo que me suele pasar a mí) al espectáculo de unos gestos, miradas, pausas…